Logo del 24 Seminario


En el centro de la imagen de las personas caminando, multicolores, con banderas en alto, representa la vida de los pueblos. La silueta Argentina sumada al contorno continental de color verde, refuerza el sentido plural de pueblos, muestra la amplitud de la participación y refleja la impronta latinoamericana de los Seminarios.
La moneda partida de fondo alude sin rodeos ni eufemismos a la cuestión central de la distribución de la riqueza. Lejos de que el alcance temático se agote en lo económico, la imagen de las porciones de moneda es lo suficientemente contundente para representar todo tipo de riquezas que es necesario distribuir para favorecer la Vida. Como detalle, las porciones no son exactamente iguales.
Alrededor, las palabras del lema combinan colores permitiendo nuevas lecturas: “Pueblos” y “Distribución” son del mismo color, y también “Riqueza” y “Vida”.

Autores: Sebastián Prevotel y Lucas Spigariol

¡Distribución de la Riqueza! para la Vida de los Pueblos

por Lucas Spigariol

Durante muchos años –más precisamente en 22 de los 23 Seminarios realizados- incluimos en la formulación del lema, que sintetiza y a la vez dispara la temática central a abordar, la categoría “pobres”, término de gran densidad teológica y sociológica, lamentablemente no pocas veces vaciado de contenido. En la mayoría de las oportunidades, sobre todo los primeros años, lo expresamos como “Opción por los pobres”, lo que nos ayudó a ir construyendo una identidad propia en sintonía con el caminar de la Iglesia Latinoamericana. En los últimos años, comenzamos el lema con “Desde los pobres…”, planteando el punto de partida, el lugar teológico y el sujeto constructor de la historia. En el anterior Seminario, por primera vez sin la palabra “pobres”, afirmamos un contundente “Desde los pueblos crucificados…” lo que le dio un giro semántico a la expresión, por un lado evidenciando con mayor crudeza las situaciones de injusticia y a la vez como signo teológico, haciendo referencia a la esperanza, la lucha y la determinación por vivir. En esta oportunidad, hablamos de “riqueza”, más precisamente de su distribución, y le damos mayor sentido poniendo como horizonte la vida de los pueblos. Esta formulación plantea una serie de tensiones muy interesantes para abordar y que despiertan preguntas y respuestas movilizadoras para la acción.

Riqueza

En primer lugar, elegir el término “positivo” le da una perspectiva diferente a la tensión pobreza/riqueza. Sin lugar a dudas –y aunque parezca obvio afirmarlo- no queremos la pobreza, preferimos la riqueza. Frente a ciertos espiritualismos –bienintencionados en el mejor de los casos, promotores de resignación, generalmente - que idolatran una noción mística de pobreza, asociada a cierta bondad, desinterés y camino de calvario hacia la Vida Eterna, la propuesta del Seminario es claramente contra la pobreza. Como nos decía Gustavo Gutiérrez ya hace unos años, “Cuando hablamos de opción por el pobre, opción primera, prioritaria y preferencial, queremos decir: opción por el pobre y opción contra la pobreza. Se trata de una opción por las personas que sufren una situación inhumana y de muerte. La pobreza, en última instancia, significa muerte, muerte temprana, muerte injusta, muerte física y muerte cultural”[1]. Queremos hacer una opción por más riqueza para todos y todas. Al traducir las grandes consignas que hemos sostenido en los Seminarios -“más humanidad, más dignidad y más vida”- a situaciones concretas, hablamos de mejores ingresos, de luchas salariales y laborales, del acceso a vivienda, salud y educación, todos aspectos para los cuales es fundamental ubicar en el centro de la discusión los recursos, los bienes, la economía, o sea, la riqueza –o como también lo formulamos en uno de los últimos lemas, la “materialidad” de la vida-. Frente a una pobreza que es impuesta como restricción, como límite, como negación de oportunidades, entendemos la riqueza como posibilidad de elegir, como herramienta para la libertad, en definitiva, el poder decidir qué hacer y cómo vivir. En una mirada más amplia, cuando nos referimos a la realidad latinoamericana, al neoliberalismo o a las políticas de Estado, la apuesta es también a que los mecanismos y estructuras de generación y distribución de la riqueza que se dan en ellos sean objeto de análisis y conflicto. No se trata de abandonar las consignas históricas sino de resignificarlas: No se puede resolver el problema de la pobreza sin abordar la cuestión de la riqueza. Si seguimos preocupándonos por las consecuencias sin atender a las causas, no hay proyecto posible para la vida de los pueblos.

Distribución

Y así surge la otra tensión fundamental: distribución/acumulación. El problema de la riqueza no es en sí su abundancia sino su carencia. O mejor dicho, el contraste entre ellas, la desigualdad en su distribución, en definitiva, la injusticia. El asunto es la acumulación y concentración de riqueza, los mecanismos sociales que promueven, legitiman y naturalizan la coexistencia de minorías enriquecidas y mayorías empobrecidas, y no como casualidad, efecto colateral o mal necesario en camino hacia algo mejor, sino como causalidad, como elemento constitutivo del orden económico mundial vigente. En los Seminarios, innumerables veces describimos las amenazas del Dios mercado, denunciamos los crímenes del capitalismo, analizamos las estructuras y procesos de marginalización, opresión, exclusión, expulsión, victimización, crucifixión, con estos y muchos otros términos, de acuerdo a los contextos del momento e identificándolos en situaciones concretas de nuestros pueblos. Este año la invitación es nuevamente a mirar las realidades de injusticia que nos rodean, pero prestando especial atención a los conflictos sociales, las luchas políticas, las disputas en la construcción de sentido y las diferentes interpretaciones religiosas en relación a la distribución de la riqueza. La lógica de la acumulación seguida del “derrame” es absolutamente falsa y sin demasiado esfuerzo se pueden encontrar abundantes ejemplos en nuestra historia: El que ya llenó su “copa”, siempre puede conseguir otra más grande para seguir llenándola y, si se le caen filantrópicamente algunas gotas cada tanto es generalmente para mantener la ilusión del posible derrame y para apaciguar los embates de quienes sedientos se la quieren arrebatar. Nuestros pueblos, de muchas maneras, reclaman una mayor y mejor distribución, más posibilidades de acceder, disfrutar y compartir lo que entre todos generamos y que algunos acaparan y ostentan impúdicamente. Desde donde se lo mire -lo teológico, lo sociológico, lo económico, lo cultural- la distribución es una cuestión pendiente e impostergable para la vida de todos y todas. Nuestro país, Latinoamérica y buena parte del planeta conservan las heridas provocadas por los proyectos depredatorios de acumulación a lo largo de la historia, favorecidos por complicidades y silencios, indiferencias y engaños que es necesario desentrañar y transformar. [2]


Pueblos

Otra variable fundamental que plantea el lema del Seminario es la relación individual/colectivo. Lo que da sentido a la riqueza como valor es su carácter colectivo, su destino para sujetos plurales en su multiplicidad de formas organizativas colectivas, y en definitiva como pueblos. En oposición, el proyecto capitalista entiende el interés individual como motor de la historia, sobreentiende que siempre que se habla de riqueza se lo hace en términos individualistas y plantea como fin último la acumulación infinita sin importar a los demás sujetos que queden fuera o sea necesario pasarle por encima para lograrlo. Bien lo caricaturiza Manolito, uno de los amigos de Mafalda, cuando en una de sus tiras cómicas (¿cómicas?) afirma que “nadie puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás”[3].

La vida de los pueblos –en su doble pluralidad, con pueblo como sustantivo colectivo y haciendo referencia a diferentes pueblos- le da sentido, orientación, profundidad y mística a la distribución de la riqueza. La pregunta de para qué distribuir no puede evitarse. Por otra parte, pueblo es un término que necesita una fuerte resignificación. Buscando elementos en la historia reciente, primero la dictadura y luego el asalto neoliberal, junto por las cíclicas crisis económicas, favorecieron la dispersión del pueblo, la fragmentación de sus experiencias organizativas, la dificultad de encontrar identidades comunes. Este fenómeno no es nuevo; así lo expresaba Orlando Yorio cuando nos preparábamos para el 15 SFT: “La diversificación y el debilitamiento del sujeto "pueblo", por una parte, hacen más dificultoso el poder reconocer la unidad y las coherencias de la marcha de los pobres en la historia. Y por otra, ocasiona otra gran dificultad: la de hacer memoria. Hacer memoria parece una de las tareas más importantes para recuperarnos de la dispersión.”

Vida

Por último, la restante categoría expresada en el lema, vida, plantea su tensión con todos los signos de muerte que pueblan nuestra realidad. La contundencia del término, con su abundante fundamentación bíblica y teológica y su utilización en las ciencias sociales, permiten por un lado darle un sentido de intencionalidad a la distribución de la riqueza, como afirmábamos respecto del uso de la palabra pueblos, y también remite a las ideas de más humanidad, de vida abundante y de materialidad de la vida, abordadas en los últimos Seminarios, y a innumerables menciones y reflexiones a lo largo de todo nuestro recorrido histórico como colectivo teológico.

¿Cómo hacemos?

El abordaje de estas problemáticas en el presente Seminario lo haremos primero viendo cómo estamos y cómo hicimos para llegar a dónde estamos y luego trabajando sobre cómo transformar la realidad con nuevas formas y estrategias. En este sentido, es oportuno retomar las preguntas del “cómo” que dejamos planteadas sobre el final del Seminario anterior: “Cuando nos preguntamos ‘¿cómo hacemos esto?’ es porque queremos pasar a la acción. Ya no nos conformamos con lo que venimos haciendo y queremos hacer alguna otra cosa. Preguntamos cómo ir mas allá de lo que estamos haciendo ahora, cómo entramos en una nueva etapa, un nuevo compromiso. Es peligrosa, porque demuestra nuestra disposición a actuar, a arriesgarse, a probar nuevas formas.” [4]
Toda transformación trae conflicto. No un dialogo que evita el conflicto, sino que lo pone sobre la mesa, que permite visualizar las tensiones e intereses diferentes, enfrentados o irreconciliables. Creemos en un Jesús que tuvo fuertes conflictos y no los esquivó, ni siquiera antes la amenaza cierta de su muerte violenta.
Estamos viviendo un momento histórico, una oportunidad de abordar las grandes problemáticas que pasan por tocar el nudo de la riqueza, que no es sólo dinero, sino la posibilidad de alimentación, educación, cultura, vida, lo que nos lleva necesariamente a pensar qué proyecto de país queremos y somos capaces de elaborar.
En numerosas comunidades y organizaciones sociales y políticas hace tiempo que hablamos directa o indirectamente de la distribución de la riqueza, a pesar de haber sido un tema sin mayor presencia y repercusión en la opinión pública y en los discursos mediáticos. Pese a ello, la insistencia y constancia en las afirmaciones ayudó sin dudas a que este discurso adquiriera creciente visibilidad. En la actualidad, debido en buena parte a los conflictos de intereses económicos que tuvieron en vilo a nuestro país durante el año, la distribución de la riqueza se convirtió en frase frecuente en boca de dirigentes de todo el espectro político, ya sea por convencimiento o por ser “políticamente correctos”, desde los sectores económicos más concentrados hasta los diferentes poderes del Estado, opositores y oficialistas, derechas e izquierdas. Más allá de matices y posibles posicionamientos particulares, celebramos la irrupción de este conflicto –y de tantos otros- por las posibilidades y preguntas que plantea:


  • ¿Dónde está instalada la riqueza? ¿Quiénes la atesoran y administran? ¿Cómo distribuir? ¿Cuánto? ¿A quién se le da y a quién se le quita? ¿Quiénes participan y deciden los mecanismos de distribución?
  • ¿Qué actores sociales intervienen en la reproducción y legitimación de los proyectos de acumulación?
  • ¿Qué papel juegan los medios masivos, los partidos políticos, los variados sectores económicos, los movimientos sociales, las iglesias, la opinión pública, etc?
  • ¿Qué elementos podemos recuperar de la praxis del Jesús histórico para suscitar dinamismos inclusivos que involucren a la diversidad de los pueblos en la gestación de un proyecto común?
  • ¿Cómo podemos conjugar pueblos, distribución, proyectos históricos y vida?[5]

Son preguntas que probablemente no respondamos completamente pero que seguro profundizaremos y nos animarán en el camino.

Ejes centrales

El tema central planteado en el lema lo abordaremos a lo largo de la semana focalizando la discusión en tres grandes ejes que nos aportan diferentes perspectivas:

  • Eje Histórico (sociopolítico y eclesial)
  • Eje de las Culturas Populares y Medios
  • Eje Teológico

Riqueza, Distribución, Comunicación, Proyecto, Historia, Iglesia, Pobreza, Latinoamérica, Pueblos, País

Sin lugar a dudas, este 24° Seminario nos va a seducir por varios motivos. La temática que abordaremos tiene mucho que ver con el momento actual que vivimos y no está aislada del contexto histórico de los Seminarios.
Queremos decir con esto que el SFT desde hace tiempo viene poniend, o en boca de muchos políticos, dirigentes, periodistas, etc. temáticas que más tarde o más temprano se han instalado en nuestro país.

Destino Chapadmalal

Una característica seductora seguramente es el lugar elegido, que tampoco es casual. Creemos que remite a un momento del país en que se estaba ejecutando un gran proyecto nacional y que también tiene que ver con la redistribución de la riqueza. El Complejo de Chapadmalal será todo un símbolo a la hora de caminar por sus pasillos, trabajar en sus galerías, descansar en sus habitaciones y pasear por sus hermosos parques. Disfrutar de algo que fue creado para los que menos posibilidades tenían de hacerlo nos puede ayudar a poner en clima para abordar la temática central del SFT.

Lugar y fecha

La fecha del 24º SFT es del 1 al 7 de febrero y la sede será el Hotel N° 4 del Complejo Turístico de Chapadmalal, a 23 km de Mar del Plata. El edificio puede albergar hasta 900 personas en habitaciones para cinco camas y baterías de baños en los pasillos. Se encuentra a menos de cien metros de la playa y está rodeado de un hermoso parque que entre otras cosas cuenta con un centro de salud las 24 hs. Dentro mismo del hotel funciona un pequeño centro comercial con kiosco, cyber, locutorio y agencia de pasajes.

Referentes
La elección de la sede trae en la práctica algunas cuestiones a tener en cuenta de una manera diferente a otros años, por exigencia y control de la administración del Complejo Turístico. Entre otras cosas, necesitamos articular mejor todo el proceso de inscripción con los referentes de cada delegación y en particular adelantar la fecha de cierre de inscripción. Para ello, en esta segunda mitad del año pediremos un esfuerzo adicional a los referentes y que quienes quieran participar y no conozcan a los referentes de la zona se pongan en contacto cuanto antes con la secretaría del SFT. El objetivo es garantizar que la mayor cantidad de personas posible pueda participar y disfrutar el Seminario.

Precio de inscripción
El precio de la inscripción fue motivo de discusión y reflexión dentro de la coordinación. Desde hace años, se viene subsidiando fuertemente el precio de inscripción, con un valor que no alcanzaba ni siquiera para cubrir los gastos de comida. El costo real del Seminario, incluyendo la infraestructura, materiales, limpieza, seguridad y equipos de sonido de la semana del encuentro, como también los gastos de reuniones, organización previa y de secretaría y publicaciones durante todo el año, es mucho más elevado y en los últimos años ha ido creciendo. Por otra parte, cada vez más cuesta conseguir financiamiento que nos ayude a llevar adelante la organización del Seminario y cierto margen de ahorro con que contábamos se fue agotando hasta desaparecer. De todas maneras, teniendo en cuenta que la infraestructura que nos facilita el Estado nos permite reducir costos, el equipo de coordinación decidió no aumentar el precio de la inscripción y sostener los mismos valores que el año pasado.

Participantes que viajen desde:
  • Más de 1000 kilómetros: $ 110
  • Menos de 1000 kilómetros: $130

Una pregunta pendiente

Hacia el 24 SFT

Aún nos sigue llegando el eco de la pregunta que surgió como clamor común en “La Juntada” del último Seminario en Santiago del Estero: “¿Cómo?”. Sin dudas, una pregunta peligrosa que exige una respuesta inédita y creativa. Una pregunta que nos exige fidelidad a la realidad, conciencia histórica y una mirada teológica a los caminos transitados como pueblo(s) hasta el día de hoy.

Ezequiel Silva

El 2010, año del publicitado “bicentenario”, se nos presenta como un horizonte simbólico, que ciertamente puede ser diabólico.

Al hablar de horizonte simbólico nos referimos a un horizonte común donde puedan conjugarse todos los anhelos populares de felicidad, fiesta y plenitud. La palabra símbolo, desde su origen griego, nos remite a aquello que une, que pone en referencia dos realidad diversas pero que en el símbolo se hacen comunes y se reclaman la una a la otra.
El símbolo une, pero no homogeiniza. Diabólico, en cambio, viene –en su origen griego- de separar o dividir en dos.

Los sucesos vividos como pueblo en los últimos tiempos nos plantean muchas preguntas: de cara a lo sucedido durante el conflicto campo-gobierno. ¿Será el 2010 un horizonte simbólico, que pueda conjugar nuestras esperanzas y proyectos de país, fundamentalmente de los sectores olvidados, o se está gestando un escenario diabólico?; ¿durante los días del conflicto no hubo discursos que verbalizaban proyectos de país que tendían a una división (diabólica) antifraterna?
Sabemos que las simplificaciones que escuchamos y vimos durante aquellos días no se corresponden totalmente con la realidad y que debemos complejizar el escenario ante el trayecto histórico de nuestro pueblo. El debate público que captó masivamente la mirada de la opinión pública, que esconde la pregunta por nuestros proyectos históricos como pueblo(s), merece ampliarse.

Surgen entonces las preguntas con la mirada puesta en el 2010, ¿no será necesario recuperar los diversos relatos y proyectos históricos que se enraízan en el suelo de nuestro país?, ¿no habrá que habilitar las voces silenciadas, los rostros encubiertos? Hay una pluralidad de proyectos históricos, de pueblos, de culturas que reclaman su participación en la definición de la nación que queremos ser. ¿Vamos a escuchar sólo a las voces más potentes? ¿Nos animaremos, inspirados por una lectura teológica de la historia, a mirar el reverso de ella? Son muchos los pueblos que han sido sujetos dinamizadores de cultura, esperanza y vida en nuestra tierra. Tal vez, sea deber de reparación histórica habilitar, contra todo intento de sofocar, la voz de los pueblos de una vez por todas.

La visibilidad de los proyectos históricos muchas veces ha sido –y es- en gran parte correlativa a su participación en la riqueza, en los bienes de la tierra y sus frutos. Si hay algo que debemos agradecerle al conflicto es el haber llevado por primera vez a debate público y masivo, desde el retorno de la democracia en el 83´ a nuestros días, la cuestión de la distribución de la riqueza. Otra cosa que debemos agradecer es que cada actor se mostró no como dice ser, sino como es: el gobierno, “el campo”, la Iglesia... Los conflictos tienen esas virtualidades.

La vida de nuestros pueblos reclama una mayor distribución de la riqueza. De otro modo su participación en el debate por el país que queremos será desigual. Se trata de una cuestión pendiente e impostergable tanto desde una perspectiva socio-política como histórico-teológica.
Nuestro país conserva las heridas provocadas por un proyecto depredatorio de acumulación que ha tiranizado otros proyectos históricos, sobre todo los de los pobres y de los pueblos originarios.


Nuevas preguntas

Para seguir respondiendo el “cómo” nos debemos más preguntas:

  • ¿Qué papel juegan los medios masivos en la reproducción y legitimación de ese proyecto neoliberal de acumulación que pretendía que la vida de los pueblos sería fruto del “derrame” o “desborde” de la riqueza impúdicamente acumulada?
  • ¿Qué tipo de comunicación ha sostenido la injusticia estructural?
  • ¿De qué modo se han involucrado los movimientos sociales?
  • ¿Qué simbólica ha oprimido y reprimido la creatividad de los pueblos en la reproducción de su vida y en el acceso a los bienes de la tierra?
  • ¿Qué papel han tenido las Iglesias en ello?
  • ¿Es posible una simbólica cristiana que se nutra de la praxis del Jesús histórico para suscitar dinamismos inclusivos que involucren a la diversidad de los pueblos en la gestación de un proyecto común?
  • ¿Qué teología será necesaria para la distribución de la riqueza, para la participación plena en la vida material, presupuesto indispensable para el desarrollo espiritual y ámbito primario de su realización?

La pregunta por el “cómo” no puede responderse inercial o automáticamente. Debe responderse real e históricamente. Esto es lo que queremos intentar encuadrar en el próximo SFT.

Avanzando en la rumia y la reflexión, queremos que el Seminario de Mar del Plata nos ayude a seguir respondiendo a la pregunta que cobró forma en Santiago: ¿cómo podemos conjugar pueblos, distribución, proyectos históricos y vida? Una pregunta que probablemente no respondamos completamente pero que seguro profundizaremos y nos animará en el camino.

Utopías, memoria y alternativas

Para el próximo Seminario, uno de los temas centrales sobre el que se va a trabajar es en relación al proyecto de país que queremos. Esta idea, que cobra un sentido especial en el contexto actual que vivimos, tiene raíces profundas que se pueden rastrear en la historia de nuestra sociedad, del país, de Latinoamérica, en la experiencia de fe del pueblo de Dios en todo el camino de salvación, y –más modestamente- en el recorrido de los Seminario de Formación Teológica a lo largo de los 24 años que cumplirá en febrero próximo. En este sentido, es una oportunidad para recrear un valioso aporte de Orlando Yorio, –el 9 de agosto se cumplieron 8 años de su fallecimiento-, como preparación al Seminario del año 2000, que tenía por lema “Desde los pobres construimos una sociedad para todos”.


Dispersión de los pobres

Para reconocer cómo, desde los pobres, construimos una sociedad para todos, surge hoy una primera dificultad: la dispersión de los pobres. La dispersión de los “desde dónde” nos paramos para hacer ese reconocimiento. Por ejemplo, en la Argentina, antes decíamos “pobres” y también decíamos, como sinónimo, “trabajadores”. Hoy no podemos decir lo mismo. Hoy se nos impone una variedad y una incertidumbre, unos son trabajadores, muchos son desocupados, muchos subocupados... Hablamos de “marginados”, pero hay distintas maneras de vivir la marginación. Maneras que tienen su relación entre sí, pero que a la vez son mundos distintos. Una cosa son los chicos de la calle. Otra el protagonismo de muchas mujeres pobres. Otro es el mundo de las cárceles. Otro el mundo del SIDA. Otra la lucha de los jubilados.
Antes usábamos mucho otra palabra como sinónimo de pobre. Palabra que a la vez expresa unidad de vida y de acción y que convoca a la variedad de los pobres. La palabra "pueblo". Pero en estos últimos años la hemos ido usando cada vez menos.
Desde los pobres, vivimos una dispersión del pueblo. Antes, para reconocer el dinamismo que, desde los pobres construye una sociedad para todos, imaginábamos un sujeto, el pueblo, que iba caminando, cubriendo etapas. El pueblo era sujeto de la historia, protagonizaba una epopeya, no sé bien si hacia la toma del poder, pero sí hacia ser dueño de su destino.

Hacer memoria

La diversificación y el debilitamiento del sujeto "pueblo", por una parte, hacen más dificultoso el poder reconocer la unidad y las coherencias de la marcha de los pobres en la historia. Y por otra, ocasiona otra gran dificultad: la de hacer memoria. Hacer memoria parece una de las tareas más importantes para recuperarnos de la dispersión. ¿Cómo se hace para recordar en momentos en que es difícil hacerlo?
Hay para ello distintos modos y posibilidades. Se puede hacer una memoria cronológicamente ordenada. Reconociendo distintas etapas.
Por ejemplo: Influjo de pobres sobre Buenos Aires, a partir de movimientos migratorios; venida a Bs. As. de gente del interior (cabecitas negras, para muchos porteños de entonces), crecimiento de las villas miserias, venida de países vecinos (Bolivia, Paraguay, Chile), rechazo a los extranjeros.
Influjo de movimientos sindicales: Cipriano Reyes, Alonso, Taccone, Tosco, Ongaro, Vandor, Lorenzo Miguel, De Gennaro.
A partir de acontecimientos masivos: 17 de octubre, Cordobazo, Santiagueñazo, Jujeñazo.
A partir de sentimientos o calidades de vida compartidas con los pobres: sencillez, solidaridades, fiestas, lucha por vivir, abandonos, miedos, rabias, violencias.
Hacer memoria parece una de las tareas más importantes para recuperarnos de la dispersión.
  • ¿Cómo se hace para recordar en momentos en que es difícil hacerlo?
  • ¿Cómo recordar y que la memoria permita superar los dogmatismos, las interpretaciones estrictas de las leyes, que angustian, que quitan libertad y que frenan la vida?
  • ¿Cómo recordar hoy y que la memoria hecha una lo íntimo, lo pequeño, lo cotidiano con la historia de los pueblos?


Un poco de historia

La expresión “Opción por los Pobres” se da a mitad de este siglo. Oficialmente, a nivel de Iglesia Latinoamericana, la pronunciamos en el 68, en Medellín. Ya se venía elaborando desde mitad de los cincuenta, más o menos. A nivel latinoamericano se siente el influjo de estos acontecimientos, de las ideas y de las pasiones. Pero también hay una corriente propia de América Latina de lucha por la justicia que viene, por lo menos, desde que el conquistador europeo pisó estas tierras.
Esta lucha por la justicia resurge de una manera especial a comienzos del siglo XVIII con las revoluciones de los comuneros, que reaccionan frente a las nuevas imposiciones de un creciente capitalismo internacional. Tupac Amarú es un nombre significativo, pero hay reacciones del mismo tipo en otros sitios, como por ejemplo en Corrientes y en Tucumán; hay una vertiente que mantiene viva la conciencia por la justicia, por el pobre y por el marginado. Los uruguayos, por ejemplo, reconocen en Artigas un exponente claro de esa conciencia.
A fines del siglo XIX y en el XX, surgen movimientos de justicia. Revoluciones como la mexicana, la cubana, la sandinista. Guerrillas. Luchas rurales por la tierra. Luchas sindicales.
Como Iglesia Latinoamericana tenemos una tradición de compromiso con la justicia que se remonta hasta nuestros orígenes. Denuncias proféticas desde la doctrina, desde la predicación y desde el magisterio, sínodos, experiencias pastorales de evangelización inculturada y comunitaria, son signos de este compromiso con la justicia. También, desde los orígenes, hay en la Iglesia Latinoamericana, una tradición de complicidad con sectores injustos y poderosos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, sobretodo, en la década del 50, hay un mayor compromiso de sectores cristianos, tanto católicos como protestantes, con el más pobre. De ese compromiso surgen distintos tipos de presencia de iglesia en sectores marginales urbanos y rurales y una conciencia evangelizadora que como magisterio católico se expresa en Medellín.
La “opción preferencial por los pobres”, conciencia, pastoral, espíritu, compromiso, tiene su Pascua. En primer lugar, pasa por represiones ideológicas, políticas, institucionales, eclesiales, militares, policiales, económicas. Alrededor de la década del 70, especialmente en el cono sur de América Latina, los gobiernos de facto que implementaron la llamada “doctrina de seguridad nacional” significaron la concentración intensa de dicha represión. La persistencia de estos distintos tipos de represión muchas veces produce desánimos personales y grupales. Produce también debilitamiento de solidaridades y disgregación de organizaciones.

De la memoria a la utopía y las alternativas

La Pascua de la "opción preferencial por los pobres" revela que hay cosas en ella que permanecen y que se van haciendo nuevas. Hay una persistencia de dicha opción, que es más honda y más definitiva que la de las represiones, de las exclusiones y de sus consecuencias.
Hay luchas por la vida y hay solidaridades que siempre renacen, y en circunstancias nuevas. La Biblia en manos de los pobres, tal como se da en América Latina, es un acontecimiento que perdura y crece como vitalidad eclesial. Permanecen, como seguridades hondas conciencias de uniones entre Fe y Vida, entre Fe y Vida Compartida, entre Fe y Justicia. Permanecen profetas y mártires, como modelos, como compañeros de camino y como signos de la hermosura y de la trascendencia de la vida en esta opción preferencial por los pobres.
Los laberintos y los túneles llevan al corazón de las diversidades, pero desde allí se abren horizontes nuevos. El llegar a lo hondo de situaciones humanas diversas en su pobreza, nos permite reencontrarnos como pobres desde lo hondo, desde verdades del ser humano. Así podemos establecer redes en las que se van tejiendo globalidades pequeñas, pero mucho más respetuosas y auténticas. Podemos recuperar soli­daridades nuevas, que van más allá de los límites que nos ponen las estructuras de nuestras instituciones, ideologías, religiones o dogmatismos.

Es un extracto de los aportes de Orlando Yorio un curso-taller realizado en Buenos Aires en septiembre de 1999. El texto completo fue publicado por el centro Nueva Tierra mediante un cuadernillo titulado “Memoria, Utopías, Alternativas”

Se viene el 24º Seminario. Mar del Plata nos espera


El 24 Seminario de Formación Teológica ya es realidad: ¡¡ Mar del Plata nos espera !!
Sí, aunque todavía resuenan los ecos de muchos de los momentos de Santiago del Estero, queremos compartir con ustedes la confirmación de la sede del próximo Seminario, que va a resultar un lugar muy atractivo para muchos y oportunidad para conocer el mar y también para interiorizarse de otras realidades no tan felices. Nos alegra mucho que las comunidades marplatenses hayan aceptado el desafío de su organización y se encuentran muy motivados, incluido su Padre Obispo, Juan Alberto Puiggari, quien nos recibió con mucha cordialidad y atento a que pueda realizarse en la diócesis que anima.

Mar del Plata, con los brazos abiertos


Queridos futuros participantes del 24 Seminario de Formación Teológica:

Ya comenzamos a trabajar desde Mar del Plata, nuestra querida ciudad, por un nuevo Seminario de Formación Teológica.

La alegría que nos invade a cada uno de los que organizaremos este encuentro es inmensa. Es un desafío muy grande poder recibirlos en nuestra “CIUDAD FELIZ”. ¿CIUDAD FELIZ?
Mar del Plata es el centro turístico de mayor caudal de nuestro País. Tiene hermosísimas playas, un puerto emblemático, sierras pintorescas, una infraestructura hotelera inmensa, etc… pero también tiene un altísimo grado de marginación, pobreza, desempleo. Es por eso lo de CIUDAD FELIZ entre signos de preguntas.

Gracias a Dios, son muchos los hermanos y hermanas, que contribuyen a seguir caminando y luchando juntos para que esta CIUDAD FELIZ no esté más entre signos de preguntas.

Por eso estamos trabajando para poder compartir experiencias con todos los hermanos que nos visiten en este Seminario de Formación Teológica: “Estamos entendiendo la formación como un modo de protagonismo, no tanto como una academia en donde se toma apuntes y después se rinde. Intentaremos invitarlos a que construyamos juntos el pensamiento, un modo de ser, una perspectiva de vida, de vida en abundancia. Queremos sentirnos involucrados en el camino de hacer teología juntos….” (Marcelo Trejo) 22 SFT.

Por lo tanto, ya comenzamos a conformar los diferentes equipos para el armado de la infraestructura necesaria para recibirlos con los brazos abiertos.

Equipo de coordinación Mar del Plata.

Encuentro con las comunidades


Cuando en Santiago del Estero charlamos con algunos de los participantes de la delegación marplatense la posibilidad de llevar el Seminario a esa ciudad, lejos estábamos de pensar que a esta altura del año tendríamos la certeza de compartirles la concreción de ese sueño. Mar del Plata nos va a recibir en febrero próximo como sede del 24 Seminario.

En los primeros días de mayo, con Marta Manterola fuimos para allá y nos encontramos con un grupo con mucho empuje y entusiasmo, con los miedos que implica la organización, pero con convicción y entrega. Compartimos inquietudes, dudas y otras yerbas de manera muy amena. También nos entrevistamos con Monseñor Puiggari, obispo de Mar del Plata, quien nos recibió muy amablemente. Lo interiorizamos sobre la importancia de hacer el Seminario en su diócesis, como aporte a la iglesia y al fortalecimiento de las comunidades, y él se mostró dispuesto a acompañar y avalar su realización.

Al día siguiente, con Ana Laura Vulcano, referente del equipo local en la coordinación del Seminario, y el Padre Gustavo compartimos la celebración del día del Trabajador en Santa Rosa, una de las Comunidades del Sur. Con un día espléndido, nos alejamos del centro, con sus edificios, sus playas y el atractivo de sus hermosos negocios, para meternos de lleno en la otra Mar del Plata, la no tan “feliz”, la que se sostiene a fuerza de amar y defender la vida, la que necesita de manos luchadoras, como las de la comunidad que conocimos, que celebra y anima un barrio donde hay muchas necesidades insatisfechas. Necesidades hay también en otras partes del país, pero aquí adquieren más relevancia por el gran contraste con esa Mar del Plata que seduce a cientos de miles de turistas que se acercan cada verano.

Con la simpleza y la sencillez de quienes se saben comunidad, vivimos una muy linda celebración, participamos de sus proyectos, vimos las obras para construir el centro comunitario y por sobre todo experimentamos la calidez y las ganas de “vivir” el Seminario asumiendo el compromiso de ser anfitriones por primera vez.

Le hacemos llegar a los compañeros y compañeras de Mar del Plata nuestras más sinceras felicitaciones y un agradecimiento muy grande por el compromiso asumido.

Gerardo Duré- Coordinación del SFT